Era 23 de diciembre de 2009, a tan solo un día de la
Noche Buena. Y como es de costumbre, todo mundo hace sus compras a última hora.
Las calles estaba repletas, cada uno diferente del otro, y el tráfico era
desesperante. Ese día mi ingreso sería de siete de la noche, hasta las últimas
consecuencias. Digo esto, porque la tienda acostumbra cerrar el día 23 a las 12
de la media noche, pero hasta atender al último cliente, salimos como a la una
de la mañana.
Llegando a la tienda, y mientras mis 15 compañeros
aproximadamente, nos alistamos para bajar a piso de ventas. Observaba los
rostros de quienes acababan de terminar
su turno. Parecían como si vinieran de una batalla, y es que “un día de campaña es así”. Luchas para terminar de
atender la inmensa fila de clientes formada en tu caja, esa que no tiene
fin. Las compañeras de horario full time habían trabajado más de
10 horas, casi ni almorzaron. Magaly me contaba que la cantidad
de gente es desesperante. Tuvieron que reemplazarla para que suba a almorzar en
menos de media hora. Yo, con el rostro de sorpresa, solo le dije: “lo bueno es
que ya descansarás”. Ella, con un tono de burla, respondía: “y no sabes lo que
te espera. Provecho amiga”. Claro era el horario más pesado, pero que se hace: buen
humor y a trabajar.
Bajamos como desfilando. Era impresionante la
cantidad de gente que había a esas horas. Las colas que llegaban, hasta el
centro de tienda, el problema fue llegar
a la central, para que nos asignen nuestras cajas y nos den alguna información
de último minuto. Entre risas y bromas, con Marisol y Jesús decíamos: ¡hoy nos
quedaremos a dormir en tienda!.
Luego de un sinfín de: ¡permiso!, ¡permiso por
favor! A los clientes, llegamos a la central. Creo que la cobertura no duró ni
cinco minutos y enseguida nos asignaron la caja. Contamos nuestro dinero en menos de 5 minutos,
y salimos a piso de venta.
Ese día me toco caja factura. Estaba preparada para
atender coches inmensos, repletos de productos. Salía con mis cinco sentidos y
atenta a solicitar la tarjeta con la trabajamos y también mencionar si deseaban boleta o factura, imagínense una
anulación por no haber colocado la factura. “Los clientes nos comerían vivos”.
Es una frase que suena muy seguido en el
área de cajas. Los supervisores son quienes realizan la anulación. En ese
momento, solo eran ocho supervisores para más de 40 cajas.
Mientras me aproximaba a mi caja (16), mi compañera me recibía con alegría.
“¡Por fin!”, exclamó. Los clientes se dieron cuenta de su desesperación
por irse a su casa. Hicimos el cambio de
cajero, indicando al cliente que esperaba en fila, que no demoraríamos ni dos
minutos. Algunos entendían, pero no faltaba el cliente que reclamaba por ser
atendido lo más rápido posible.
Mi caja estaba hecho un desastre. Mis bolsas
desordenadas. El lugar donde se deja las devoluciones ya no tenía espacio ni
para colocar un chocolate. Las piochas de seguridad que colocan a las prendas,
calzado u otros objetos para evitar que lo hurten, rebalsaban. Era un caos. Con
buen humor trate de ordenarme sin perjudicar a los clientes. Claro aprovechaba,
mientras mis clientes firmaban, o se imprimía el Boucher.
Empieza la jornada .Timbraba y embolsaba los productos lo más rápido posible. Con la práctica,
ya encuentras técnicas para mejorar la velocidad. Para entonces no contábamos
con balanzas en las cajas. Estas estaban ubicadas en el área de frutas y verduras. Cuando venían
clientes con algunos productos sin pesar, y al darse cuenta, molestos decían
que no llevarían el producto. Algunos murmurando, diciendo que deberíamos de
tener balanzas como en otras tiendas, como en la competencia.
El ambiente se sentía cargado. Ya eran como las
nueve de la noche. Parecía que en vez de disminuir clientes, estos se
triplicaban.
Una supervisora
pasó por el lineal de caja, repartiendo
los refrigerios. En ese momento, no podías darte el lujo de comer el sándwich o
las galletas. Pero sí, aprovechaba a tomar un poco de agua, mientras imprimía
el Boucher del cliente o mientras ellos firmaban.
Lo curioso fue cuando atendí a una familia. Eran tres coches repletos los
que llevaban .Me pidieron que hasta donde ellos me digan era una cuenta. Lo
restante sería en otro Boucher y claro para diferenciar una venta de otra,
querían que volteara las bolsas y recién coloque los productos. Uno de ellos de
manera sarcástica decía: “para no confundirnos señorita”. Con una sonrisa los
miré y con un gesto indiqué ok. Claro fue la venta donde hice minutos extras. Y
los clientes, en fila, estaban incomodos.
Habían momentos que escuchaba: “señorita, apúrese”.
Dentro de mí, no entendía por qué gritar o hacer ese comentario cuando yo
trataba de cerrar las ventas lo más rápido posible. Claro es la desesperación
de estar haciendo la cola por varias horas.
Siendo como las 11 de la noche, ya me sentía
agotada. Estaba atendiendo sin parar. No podíamos ni pedir permiso para una
4,2. (Es el código que manejamos para ir a los servicios higiénicos). Todas,
las impulsadoras y jefes ayudaban a embolsar, claro no a todos pero ayudaban.
Para las 12, ya
habíamos controlado la tienda. Ya veíamos las ubicaciones, los
corredores con productos. Podíamos darnos el lujo de atender sentados. Pasó
media hora y las supervisoras pasaron por caja indicando a los part time que
cerremos caja. Para mí, un alivio. Nunca me había cansado tanto como ese día. Estaba recontra agotada. En el área de cuadre,
conté mi dinero en menos de cinco
minutos, lo que demore fue en separar y engrapar mis Bouchers. Debemos
seleccionarlos de 10 en 10.
Los taxis que la empresa había contratado nos
esperaban a la salida, nos iríamos en grupos. Así que tuvimos que esperar casi
20 minutos a quienes iban por la misma ruta. Fue mi primera campaña navideña.
Pero hoy esas experiencias adquiridas con el paso del tiempo me ayudan a desafiar
y ver los nuevos retos de tienda con otra cara, dispuesta a decir al final de la jornada un :"¡Gracias por su preferencia!"
Por Deysi Benites
A mi me pareció muy buena crónica, ya que al leerla me transmitió la desesperación que has de haber sentido ese día y eso es lo importante en relatar una crónica, transmitir y que el público se compenetre con ella.
ResponderEliminarDEBERIAMOS RECONOCER Y SER MAS CONCIENTES A LAS PERSONAS QUE TIENEN UN GRAN Y HERMOSO GESTO,,YA QUE TODOS TENEMOS DIAS DIFICILES PERO AUN CON TODO ESTA SEÑORITA DEMUESTRA QUE LOS DEMAS NECESITAMOS UNA SONRISA,UN BUEN TRATO AUN ELLA ESTÉ PASANDO TREMENDAS DIFICULTADES,,DEBERIA HABER MAS PERSONAS COMO ELLA :)
ResponderEliminarMe parece una cronica k actualmente pasa y refleja ke muchas personas edseran el ultimo momento para ir a comprar sus regalos creo k todos debemos reflexionar y tomar precausiones para evitar demoras y momentos desagradables en un mes muy especial k celebramos el nacimiento del senor jesus. Gtacias Daisy
ResponderEliminarBuena crónica, es interesante que des a conocer a los lectores las cosas que pasan en trabajos como ese, ya que para muchos es algo desconocido :)
ResponderEliminaresa cronica es muy sierta para q la gente pueda ver q ser cajera no es tan facil como ellos lo ven
ResponderEliminarok..es la mejor cronica me parece interesante me trasmite toda la adrenalina de la experiencia tenida,,genial!!! I like:)
ResponderEliminarMuy interesante la cronica, nunca habia tenido la oportunidad de conocer mas a fondo la labor que cumplian las personas que trabajan en estos supermerados, generalmente suelo ser muy impaciente, porque fines de mes, de semana, o campañas grandes, la atencion es mucha mas lenta, la gente se encuentra muy estresada por la aglomeracion de usuarios, el desorden y pensamos solo en nuestro bienestar, ser atendidos de forma rapida y con amabilidad.
ResponderEliminarel trabajo que cumple usted como colaboradora de estas tiendas es muy respetable y sacrificado, y como se suele escuchar, de las experiencias uno aprende, asi que en estas fiestas navideñas estoy segura que se desenvolvera mucho mejor, eso si a pesar que este muy cansada y con los animos por los suelos, siempre trate de ser amable y respetuosa con los clientes, trAtemos a los demas como nos gustaria que nos traten.
seria bueno compartir esta cronica con las demas personas, para asi ponerse en el lugar de ustedes los colaboradores y ser mas tolerantes. en mi opinion muy interesante la cronica..
Esta cronica me parecio que el gran esfuerzoy paciencia que tiene para poder llevar calmadamente ese trabajo que es muy pesado como se vee ..Pero todo vale la penaa Todo esfuerzo al final es recomenzado
ResponderEliminares la historia de muchos peruanos, y tanta gente que se podría identificar.yo soy uno de ellos y la verdad que me gusto mucho esta historia pero siento que falto un toque especial.Es una crónica que refleja mucho esfuerzo y compromiso de gente capaz que se esfuerza al máximo en lo que hace hasta el final, porque sabe que su esfuerzo no es en vano.
ResponderEliminarMuy hermosa historia ya q podemos apreciar el arduo trabajo q desempeña cada persona en este mes navideño y el esfuerzo de poder atender de la mejor manera a un cliente para que se valla contento con la atención brindada ; ya q nuestra reconpenza al final sera grande .
ResponderEliminarBueno a mi me hace recordar muchos momentos vividos ese día y creo que fui yo quien te dio una botella de gaseosa y tu pan con jamón y Queso. Sé que es el inicio de tus crónicas está buena y será mejor,
ResponderEliminarEsta Muy Linda.. C:
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