Su nombre es Santiago. Tiene casi 38 años.
Está a puertas de casarse. Desde hace 14 años vive en un mundo de tinieblas, ya
que lo que pareció una simple operación de cataratas, se convirtió en ceguera.
Tiene la virtud de sobrevivir cuando las situaciones son adversas. Tiene el mal
hábito de reírse de sí mismo y casi todo le causa gracia. Su humor es
desgraciadamente negro, muy negro. Perdió la vista por una neuroftalmóloga que
cometió un error, quizá insignificante para ella, pero para él no, porque le
cambió totalmente la vida. No sabe aun si para bien o para mal, sigue tratando
de averiguarlo.
Trabajó, hace algunos años, en una empresa
textil y también, como la mayoría de la comunidad de personas ciegas y débiles
visuales, practicó el masaje terapéutico. Hoy puede vivir perfectamente con sus
“particulares” características y preferencias.
Pensó en cómo diversificar sus actividades
económicas, ya que como él dice: “Ser ciego no es barato”.
Estudió en la Facultad de Ciencias de la
UNMSM. Fue diseñador de modas. Confesó haber sido adicto a la lectura y se
enajenó con la pintura. Trabajó y estudió como cualquier otra persona hasta los
23 años. En seguida, ocurrió el accidente.
Se rehabilitó en la escuela para ciegos. Después
de un largo peregrinar, entre hospitales e instituciones para personas ciegas, la convivencia con un grupo de identidad le
“recargó las pilas”. Aprendió la manipulación de la discapacidad. Se dio cuenta
que aún los “profesionales” letrados en ceguera no eran sensibles, ni
comprometidos, aunque conoció a honradísimas excepciones.
Se molestó mucho con el sonido de la alarma que
estaba en el velador, al costado de su cama, ya que le recordaba el inicio de
su día. Había que descender del calientito lecho. Recorrió 20 pasos al cuarto
de baño, y luego a la ducha. La sensación de frío era terrible al caer el agua.
Su nariz se negaba a aceptar el olor acumulado durante 24 horas.
Se vistió, se colocó un pantalón de jean suelto
y una camisa que no le molestaba, pues el calor del trabajo era molesto. Repasó
el contenido de su mochila, y quitó cosas que pesaban. Se quedó con un bastón
de repuesto, su bocina, que le servía para reproducir los CDS en los buses,
alcohol en gel, su billetera y su teléfono móvil. También llevaba lentes de
diseñador, puesto que debe darse algún lujo, según sus propias palabras y, por
supuesto, mucho perfume.
Tomó un café frío y un pan dulce. Al cerrar la
puerta, recordó que se dirigía al peligro y la aventura. Caminó cinco cuadras y
puso sus orejas en tensión para percibir si el bus venía lento o rápido: el
lento no le servía, el rápido era el indicado.
“¿Llegar al paradero?”, se cuestionó con una
sonrisa radiante.
Al abordar, se sostuvo del tubo superior derecho. Se agarró bien. Su bocina dentro de la mochila era una joroba y pesaba lo suficiente. Ocupaba bastante espacio y podía ser víctima de la dejadez. Al llegar a su destino, armó su equipo de sonido y, acallando la conciencia de vender piratería, saludó con mucha educación a los usuarios del transporte colectivo. Mientras caminaba dejando correr el disco, cavilaba en los años de estudios, las ilusiones de tener un trabajo remunerado, con una paga quincenal, en esa novia que lo había dejado por no ser un partido estable.
Aún retumbaba en su cabeza el comentario de su casi suegra: “Toda la vida vas a cargar con un ciego y lo tendrás que mantener”. Esto era una mentira grande. Él siempre ha sido responsable y tenaz.
Después de dar vueltas en un bus y regresar en
otro, llegó la hora feliz del almuerzo: dos panes de chorizo con mucha salsa y
una gaseosa bien fría.
Hay que ganarse la vida honradamente. No quiere
pedir limosna en una esquina inspirando lástima. Regresa a casa, con algo más
de 100 soles. Cansado, sudado, pisado. Es así como pasa la mitad de su día
usualmente.
En su casa, con la boda de su sobrino en
puerta, se ofreció, con miedo a ser rechazado, a confeccionarle a su sobrina,
cuñada y gran matriarca, sus vestidos para la noche especial. Tenía varios años
sin hacer un vestido de fiesta, pero ellas, demostrando una fe de verdad ciega,
aceptaron y dejaron todo en sus manos.
Hizo una pesquisa sobre las modas con gente confiable. Pensó en que las tres
“Bellas”, eran voluptuosas y bien comidas. Adaptó los principios básicos. El
resultado final lo enorgulleció bastante. Pero ya le parecía que escuchaba, en
la boda, la pregunta obligada: ¿Cómo lo hizo si está ciego?
Esto le asusta. La interrogante le demuestra
que no tienen imaginación, e incluso habrá quienes piensen que quizás puso a
trabajar a algún amigo, con el que trabajó antes. Realmente sí, pero solo lo supervisó
en la costura con una lupa, y lo auxilió en los momentos de desesperación y
estrés.
Al día siguiente comenzó. Tenía que hacer plantillas
sobre las medidas. Sus modelos son exuberantes. Fijó con silicón muchos pliegos
de fomy y, con sus puntillas, comenzó a marcar las distancias que medía con su
regla. La superficie suave le dio para que el papel quedase marcado en alto
relieve, y él lo sintiera. Así que después de hacer sus moldes, todo era “coser
y cantar”.
Cortó con su plantilla usando sus falanges de
guía y se preparó. Y al estar casi seguro, comenzó a coser con la máquina.
Algunos se preguntarán: ¿Cómo? ¿Con máquina y todo?, pues sí. La máquina tiene
un dispositivo cuadrado que prensa o pisa la tela, y la aguja cae en el centro
de este cuadro, así que cualquiera, sea ciego visual o mental, no debe poner su
dedito ahí si no quiere sufrir unas 5 o 6 puntadas. Existe en el mercado un
dispositivo llamado ensartador, el cual fue inventado pensando en las abuelitas
de vista cansada, supone Santiago. Para él es un auxiliar indispensable, es por
eso que siempre las compra por cientos.
Ellas quedaron encantadas con el resultado.
Definitivamente, la convicción que tenían en Santiago, las llevo a recibir de
él un resultado, verdaderamente, hermoso. No solo se sentían felices con sus
vestidos nuevos, también se sentían muy orgullosas de él. Actualmente, siempre hablan, a las demás personas,
de las capacidades que posee Santiago, y que por ser un discapacitado no se
limita. Él da más de lo que muchas personas con todas sus facultades pueden
hacer.
Santiago ama el Perú. Lo considera grande y
abierto, donde se puede sentir libre. Cada día siente que poco a poco las
personas de esta ciudad se van acostumbrando a tratarlos como personas con un
problema visual y no mental. Ya no sólo se compadecen de ellos.
No es un ciego especial, ya que conoce gente
con licenciaturas, madres ejemplares, artesanos de una magnífica habilidad,
cibernautas excelsos y deportistas con la camiseta bien puesta. Claro, su
manera de tejer es realmente buena.
Por keren Cinzano
Por keren Cinzano
Wuaaooo, nunca me puse a pensar como sería la vida de una persona ciega, que buena historia. Muchas gracias, me has abierto los ojos.
ResponderEliminarUn ciego puede confeccionar un vestido manyaaaaa... :o Que impresionante..
ResponderEliminarHasta en eso deberíamos aprender un poco de ellos, que a pesar de que les falta un sentido, no se dan por vencidos en la vida. Y muchas veces nosotros nos rendimos facilmente ante un problema.. Que gran historia.
Manuel Saldarriaga.
Esta historia es real, no lo puedo creer.. Esa neuroftalmologa debría estar presa, no es justo que por una negligencia un chico tan joven tenga que pasar por esto. Pero es para enaltecer lo que hace para no darse por vencido. Felicidades.
ResponderEliminarMaría Lopez A.
Interesante... ojala muchas personas reflexionen con esto, te felicito Keren, muy buen artículo.
ResponderEliminarMuy buena historia,da mucho para reflexionar a pesar de los obstáculo que nos puede suceder.
ResponderEliminarantonella magallanes
Una muy buena reflexión ,hay personas como santiago a pesar de las dificultades sobresalen muy bien :)
ResponderEliminaralina arellano
Que buena reflexion! hay pensonas que deben ponerse a razonar. muy buena reflexion Karen :)
ResponderEliminarAnapau
Hay mucha enseñanza en esta historia, pues no es fácil atravesar por una discapacidad, una tan fuerte como la ceguera. Pero Santi es la muestra de que todo se puede y lo más importante, Dios existe y nunca te abandona, felicidades kerensita lo redactaste muy bien besos . Pame
ResponderEliminarkeren muy buena una historia interesante!!!
ResponderEliminarRhildo Zambrano
si que te ayuda a revivir prisiones de la vida... tuve muchos familiares con el mismo camino del señor. basta conocer esta historia para sentir los recuerdos de toda mi familia. muy bueno!. clau!
ResponderEliminarAla que interesante, la vida de un ciego, nunca imagine como seria... lastima que siendo tan joven se quedo ciego
ResponderEliminarDaniel Fajardo
Muy buena crónica!!! No esperemos que nos pase algo para ponernos a pensar lo grandiosos que podemos ser. Grande Santiago!
ResponderEliminarNo me quedan dudas de que estas personas tienen un gran valor como personas. Muy buena crónica.
ResponderEliminarLuis Mendoza
Santiago es un modelo perfecto para demostrar que no existen límites, y que toda meta puede alcanzarse si la luchas, y qie gran hombre por no haberle hecho nada asu suegra por esas palabras tan feas.
ResponderEliminarExcelente narración colega, y un ejemplo de vida a seguir , tu descripción y todo es muy buena , trasmite muchas cosas espero sigas redactando con ese estilo propio y muy particular, sigue así y éxitos
ResponderEliminarMuchas personas creen que por estar ciegos, o tener alguna dificultad, no son capaces o no tienen el mismo valor q las demas personal, Estan totalmente equivocados. Es un ejemplo santiago. Gran historia, quisiera leer mas sobre santiago.
ResponderEliminarLaura Sofia Albujar