Desde el fondo de la oficina
de producción de prensa se escucha un fuerte y amargado grito, “tienen 5
minutos para salir a la comisión del congreso. Era Lilian, la productora del
noticiero, quien mandaba a unos reporteros a cubrir una nota al congreso de la
república. “no hay móvil libre” dijo un joven reportero, con otro grito
desesperado le contestaron, “¡te iras en taxi!, pero quiero esa nota cubierta
para la noche y con declaraciones de los congresistas.
“Corre, corre”, le dijo el
reportero al experimentado camarógrafo, quien solo atinó a decirle, “tranquilo
aún estamos a tiempo”. Llama a Rodo le dijo, él ya está llegando al canal, él
nos puede llevar agrego. Llegó la móvil grito muy entusiasmado, era su primera
comisión, estaba muy nervioso, mientras que los demás compañeros le brindaban
sus tips para que haga bien su labor en el parlamento.
Ya en el congreso, en plena sesión,
grabando y entrevistando a diferentes congresistas
de diferentes bancadas, llego la hora de regresar al Canal y vestir de manera
elegante la nota periodística, para que no nos griten como a niños de cinco
años cuando los castigan.
Enérgicamente suben los 4
largos pisos que tiene el canal, llegar a la oficina, que por cierto estaba
toda ocupada de todos los redactores que estaban escribiendo sus largas e
interminables notas para el noticiero de la noche.
“Baja el volumen, pásame tus
declas”, son uno de los varios gritos que escuchas en el área de producción
periodística. Luego de que el enérgico reportero con una alegría enorme
terminara de redactar sus notas, había llegado el momento de editar su
material.
Llego la hora de editar,
cosa que parece difícil, es verdaderamente algo muy sencillo y fácil de hacer, “dame
tu cinta” le dije al emocionado reportero que seguía entusiasmado y no podía
creer que su primera nota iba a salir en el noticiero.
“Saca saca tus bytes”, le
dije rápidamente, estaba con sueño, ya casi era hora de salida, los ojos se me
caían, los bostezos se apoderaban de mi cuerpo, el cansancio me estaba pasando
una mala jugada. Falta cerca de 1 hora para irme, 1 larga e interminable hora
que tenía que estar frente a la computadora y seguir editando la nota.
Pasaban los minutos lentamente,
el sueño seguía apoderándose de mí, es cuando me paro de mi cómodo asiento, estiro los brazos y las piernas de
una manera increíble, y me dirigí directamente a pedir una café bien cargado,
un café negro para poder despertarme y recargar batería para seguir adelante.
Ya con otro ánimo, regresé a
mi computadora, con una mentalidad positiva y de buenas vibras. Estaba dispuesto
a editar todas las notas que me fueran a traer otros redactores. Ya un poco más relajado, sigo con los
trabajos de producción y me dio con la enorme
sorpresa que el material estaba fallando. Rápidamente me transformé en un ogro
y con una voz enérgica y bien amargada le dije,” Esta cintra esta Dropeada, no
puedo capturar nada, qué voy a editar!”.
Temeroso y temblando, me
respondía tartamudeando, que no sabía qué hacer, no tenía declaraciones y muy
pocas imágenes de apoyo. Más rápido que inmediatamente llamé a la productora,
para que busquemos una solución rápida al problema, porque los minutos pasaban
y esa nota necesitaba ser editada.
Parecía que no era el día
del joven reportero quien estaba sudando frio y estaba con una tristeza enorme
que se reflejaba en su rostro. A los pocos segundos, en un abrir y cerrar de
ojos, llegó el director de prensa, con una mirada matadora, dispuesto a
recitarle todo el abecedario por no darse cuenta del error que había cometido.
No había mucho que editar,
era poco lo que había, le dije al director, y este, con una voz de militar, me
dijo “haz lo que puedas”, esa nota sale porque sale. Desde ese preciso instante
sembró la inseguridad en mi capacitad de editor novato. Debía poner el mayor de
los esfuerzos posibles para sacar esa nota periodística. Tuvieron que pasar 2 y
eternas horas para poder entregar el trabajo, el café que me había tomado, ya
no tenía efecto alguno en mi organismo. Las ojeras se apoderaban de mi rostro.
Ya culminada la difícil edición, tuve que dirigirme hacia
el switcher para entregar todo el material trabajado durante el día, gestionar
unas llamadas a producción y incluso ver la pauta de los reconocidos programas
de televisión que se transmitirían en vivo.
Ya acabando la jornada, solo
faltaba un importantísimo VTR, la cinta de los famosos titulares. Quien un
editor tuvo un pequeño percance y demoró la exportación del video. Los
productores corrían de un lado a otro,
como niños en inicial, sin rumbo y desorientados, tenían menos de 50 segundos
para bajar 3 pisos, correr por los pasadizos, y entregar el material.
Yo apagando mi máquina,
recibo una llamada desde lo más fondo de la oficina que me dice, ¡TIENES 40
segundos para bajar la cinta! Me entregaron el material y prendí una carrera
como si fuera las últimas olimpiadas de mi vida. No tenía otra opción que atropellar a cual
trabajador se me cruzaba en el camino, tenía que
cumplir esa misión.
Me sentía como un héroe
triunfando de una batalla épica. Fue la primera vez que una productora me abrazó como si fuera mi
madre,- buen trabajo- me dijo. Con una sonrisa que se dibujaba de oreja a oreja
en mi rostro le respondí, no fue nada. Anda vete a tu casa, se te ve cansadísimo,
anda descansa mañana tienes que madrugar para ir a clases.
Salí del canal con
una gran sonrisa y con el ego bien en alto, me sentía el rey del mundo, pues
del día oscuro y malo que había tenido, se alegró con ese pequeño gesto de
amabilidad que tuvieron.Por Roy Santisteban
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