miércoles, 27 de noviembre de 2013

Opinión : Déjalo nacer



En el Perú,  mujeres entre los 17 y 40 años  abortaron, en el 2010  se registraron 50.000 abortos. Esto quiere decir  que 137 féminas aproximadamente practican este asesinato diariamente. Esta  cifra no ha cambiado a la fecha. Es lamentable y penoso desde cualquier punto de vista. Sobre todo en la Iglesia Católica encontraremos como respuesta el castigo divino,  y el tenebroso alojamiento en el infierno.



Las causas son múltiples:



 El miedo, la frustración, fallar como padres, no tener una vida preparada para ese bebe que viene en camino, etc. Y  los médicos que realizan estos favores para quitar “el mal del todo” están convencidos del favor que le hacen al  mundo, sobre todo a la madre y  al bebé.



“No lo traigas a sufrir” les dicen. Estas mujeres no saben que no solo sufre la criatura que llevan en su vientre. Ellas también son sometidas a riesgos muy altos. Entran a la sala de operaciones, pero nadie les garantiza que saldrán. Nadie les garantiza que no habrá secuelas. Ellas solo quieren cubrir la prueba física, pero no son conscientes que así como existen daños mayores como la hemorragia, cáncer de cuello uterino, infecciones, esterilidad, trastornos menstruales, pueden quedar en shock.



En el Perú, la pena para una mujer que consiente el aborto es de dos años y para quien realiza el aborto ilegal puede ser hasta de seis. Solo se está permitido abortar cuando la madre  corre riesgos. En caso de una violación en nuestro país todavía no está permitido el aborto, y quien lo realiza tendrá una pena simbólica de seis meses  y la práctica no implica carcelería.



Podemos cambiar  la opción del aborto, y  orientar a los jóvenes hacia  la práctica  sexual  responsable.



La vida de un bebé no es la decisión de la madre, este constituye a una nueva vida y  no tiene la facultad aún de responder y pedir que quiere vivir.

Hasta ahora no existe el caso de una mujer en el Perú que sea arrestada por abortar, pero tengan por seguro que pueden estarse librando de una celda fría, pero jamás se librarán de la cárcel llamada conciencia. Y   la pena allí si es perpetua. Y ni que decir de Dios, pues es él quien lo ve todo.

Por: Pamela Sáenz

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