viernes, 29 de noviembre de 2013

Testimonio: Un viaje inolvidable

Hace tres años, junto con mi familia, padres, tíos y primos  decidimos hacer un viaje a provincia Junín- Chanchamayo, ciudad donde la mayoría de mis parientes ha crecido y ha formado una familia. Recuerdo haber pasado mi niñez hasta los 11 años aproximadamente, sin embargo, no pude visitar los lugares turísticos de Chanchamayo. Decidimos viajar en familia. Días antes del viaje anhelado, me sentí muy  emocionada y realmente me encontraba nerviosa. Probablemente  porque no veía a mis tíos durante mucho tiempo y sobre todo a uno de mis primos. Carlos es el amigo que siempre he tenido. Los recuerdos más preciados que guardo de él es cuando de pequeños jugábamos al papá y la mamá junto a otros amigos del barrio que supuestamente eran nuestros hijos. Era travieso, coqueto y volverlo a ver me llenaba de mucha curiosidad, ya a estas alturas tendría 17 años. Las horas pasaban y entusiasmada apresuraba  a mis padres para salir pronto de casa e ir directo a la agencia donde nos encontraríamos con mis tíos para por fin partir rumbo a Junín.
Llegamos a la agencia y sentía que los latidos de mi corazón palpitaban más rápido cada vez que me acercaba al lugar de encuentro. Mis padres caminaban a mi costado. En eso, vi que estaban sentados esperándonos con sus equipajes en la mano. En ese momento, cuando lo vi no supe qué decir. Obviamente tenía que saludarlos, pero me sentía muy avergonzada. Había cambiado mucho. Estaba más alto. Tenía el cabello largo. Su rostro no había cambiado y su contextura era normal, pero no estaba nada mal. En mi mente pasaron muchas cosas, y me dije a mi misma que mi primo no me podía gustar. No es lo correcto,  porque llevamos la misma sangre. Muy rápido saludé a mis tíos y a Carlos con un simple “hola”. Llegamos por fin al Distrito de San Ramón donde nos dirigimos directo a mi casa para descansar unas horas y después hacer el recorrido.
Volver a sentir el olor del aire Chanchamayino es agradable, muy natural, totalmente distinto al de Lima. Decidimos alistarnos para ir a la catarata de Bayoz. En el trayecto del camino pasamos por lugares que hace mucho no veía. Me sentía tan bien porque el lugar  es muy  tranquilo. Estuvimos bañándonos en el lago que estaba cerca a la catarata, hasta que el sol empezó a ocultarse comenzando a llover muy fuerte. Era un chaparrón con truenos que me causaba miedo. Ya me había olvidado de lo fuerte que sonaban. Aquel día  la pasé muy bien  porque nada es más bonito que pasar las vacaciones en familia.
Al día siguiente pasamos por el Túnel de La Virgen, una gruta que cuida a los viajeros desde el año 1959. Iniciamos la caminata hacia el puente colgante llamado “Auvernia”. Recuerdo haber tenido miedo porque ya estaba anocheciendo. Aún no llegábamos al puente, pero en el trayecto se oían ruidos extraños, que hacía que mi cuerpo se escarapelara. Proseguimos con la caminata, cuando mi tío dijo: “aceleren el paso que dicen que hay pishtacos por aquí”. Mi corazón se aceleró al escuchar esas palabras. Las horas pasaban y ya estaba oscureciendo. Pasamos por túneles y en las paredes había huecos, como fosas  donde parecía que habían quemado a personas. Tan asustada estaba que me imaginaba a los pishtacos  quemando a los cadáveres. Esa noche llegamos al puente y nos dimos con la sorpresa que no había luz, así que decidimos acampar y hacer una fogata. Me recosté en la carpa que habían armado para dormir, porque quería que amaneciera rápido.
Al día siguiente, escuche ruidos afuera de la carpa. Cuando salí, mi familia había estado preparando mi comida favorita: “pachamanca”, justo lo que me gustaba. Tuvimos una linda conversación muy larga y llena de risas, mientras íbamos comiendo nuestro rico plato tradicional. Eran las tres de la tarde y ya teníamos que regresar. Ni loca me quedaba un día más. Al  retorno nos encontramos con una serpiente o anaconda. No recuerdo muy bien, solo que era enorme y tremendamente grande. Todos nos quedamos inmóviles mirándonos las caras sin saber qué hacer, cuando mi papá nos gritó: “A la una... dos.. y tres CORRAN!!!!!”. Salimos disparados con el susto, pero gracias a Dios no nos pasó nada. Ya me sentía muy exhausta y a mí que no me gusta caminar mucho, solo quería llegar a casa para descansar.  
Desperté y mis padres se estaban alistando  para ir a la casa de mis abuelos que quedaba casi a dos horas de mi casa. Cuando llegamos toda la familia se reunieron y empezaron a celebrar. Pusieron música a todo volumen. Mis tímpanos se querían reventar. Mientras mi familia celebraba la llegada de mis padres y tíos. Yo conversaba con mis primos sobre las carreras que iban a ejercer  y que si me habían extrañado después de tanto tiempo. Poco a poco la noche iba apareciendo y yo ya tenía sueño. Entonces, me dirigí al cuarto de mi abuelita para descansar. En ese momento, aparecen mis dos primos, quienes también querían dormir. El cuarto era de adobe y el techo de madera. Estábamos en la chacra. A mi abuelita le gustaba vivir en la naturaleza, en el campo. Mi  primo, el menor, ya se había dormido, pero Carlos seguía despierto, cuando de repente se apaga la luz y escucho a mis familiares quejarse porque ya no había música, pero igual seguían tomando y conversando. En aquel momento Carlos se recostó a mi lado y me puse demasiado nerviosa. Me dijo que no había cambiado nada, solo que mi cabello había crecido mucho, ya que cuando era pequeña mi papá me cortaba el cabello muy chiquito que parecía un hombrecito. Suponía que lo hacía porque nunca llego a tener un hijo “hombre”.

Estuvimos charlando un buen rato mientras jugábamos formando muñequitos con la cera de las velas que habíamos prendido. Cuando de repente nos acercamos y nos dimos un beso. Esa noche no pude dormir y creo que él tampoco. Mi familia se había dormido en la cocina y ni siquiera se habían acercado al cuarto. Ese fue el último día de viaje. En la noche tuvimos que regresar a Lima  y nos despedimos como si nada hubiera pasado. Actualmente, seguimos viéndonos. No creo que sea nada de malo salir con tu primo, aunque nadie sabe qué podría pasar más adelante.

por : Sandra Caysahuana 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar este blog