martes, 3 de diciembre de 2013

Crónica : La visita al Señor de los Milagros

Me encuentro en la avenida Tacna, la pista se está llenando. Habían cerrado toda la  avenida. Veo como todas las personas están haciendo arreglos por la salida del señor de los milagros. Apenas eran las siete de la mañana. En la calles estaban armando unos toldos enormes de color alusivo al señor de los milagros. También pude apreciar como algunos locales colocaban algunas gigantografía con el señor de los milagros. Las cuales le pedían toda su bendición. Otros hacían unos dibujos encima de la pista. Mientras la en los edificios hacían flamear la bandera en lo más alto. En sus comisarias los policías bien alineados preparados con la banda de músicos  algunos alegres y otros normales como si no importarles nada. Ellos también tenían su toldo mucho mas enorme con unas sillas en las cuales solo se sientan personas importantes como el coronel y altos mandos de la PNP.


Ya eran las doce del mediodía  sigo caminado y veo que por la avenida Alfonso Ugarte con jirón quilca veo que en los colegios que habían  cancelado sus clases por el pase del señor de los milagros y como siempre el director haciendo trabajar a algunos profesores demás encima no les paga. También los ambulantes no se quedan atrás como siempre aprovechando el momento para poder vender sus alimentos otros juguetes etc. Ya eran las seis y media a lo lejos se podía ver una gran masa que se acerca lentamente liderando la imagen del señor de los milagros y con sus Devotos detrás de él algunos arrojando flores otros llorándole. Pidiendo por su salud, por su negocio etc. A medida que va avanzando el señor de los milagros la gente se va acumulando es todo un caos. Algunas personas caen por falta de oxigeno. Yo también no podía respirar para poder caminar era difícil muy angosto encima por mi baja estatura aun más no podía ver.

Se escuchan a lo lejos los cánticos de las mujeres pertenecientes a la hermandad, llevan el clásico hábito morado, más adelante las sahumaduras cantan o rezan o el rosario. La banda que se hace presente, la cuadrilla de emergencia en caso de que ocurra una desgracia por el tumulto. Y en el anda del milagroso Cristo Moreno se mese por las viejas calles de Centro de Lima. Las emociones encontradas que algunos lloran y otros gritan “qué viva el Señor de los Milagros”, mientras que otros esperan desde el balcón de sus casas para aventar flores y bendiciones al paso del Señor.
La imagen del Cristo Moreno sigue  avanzando y yo tengo que partir. Han sido más de ocho horas en las que he visto rostros e imágenes que he transmitido en estas líneas.
Al buscar un paradero veo cómo los ambulantes se han ubicado en las calles aledañas y en las brasas se empieza a sentir el aroma del  anticucho. A lo lejos, un señor me  invita a probar “sin compromiso” su turrón. Tengo hambre pero sigo mi camino reflexionando sobre mi fe, la que muchas veces tenemos pero que nos cuesta encontrar.

Por: Jorge Guerrero

testimonio: El viaje inesperado


Era julio del 2012. Alistábamos maletas para enrumbarnos a la provincia de Abancay. Un largo viaje de 16 horas en bus, nos esperaba para llegar al destino. Aunque no fui en el primer asiento, ya que mamá, dice que es peligroso, y es mejor ocupar los asientos del centro. Me conformé con sentarme cerca a la ventana. Dejamos Lima aproximadamente a las tres de la tarde. Durante el camino me acompañaba una buena música y mi cámara fotográfica, quien sería testigo de lo que viviría, en esa semana de vacaciones.
Recuerdo que al amanecer, la ciudad de Abancay, nos daba la bienvenida. El paisaje era impresionante. Los cerros verdes, un cielo maravilloso, unas nubes que parecían algodones. En las calles, las personas saludaban amablemente, a pesar de no  conocerte.
Nos instalamos en casa de mi tía Yolanda, hermana de mi mamá. Ella es amante de las plantas. Al amanecer, mamá y yo, salimos rumbo a caype, su pueblo de infancia y la de sus hermanos. Aproximadamente, ella vivió en ese lugar hasta los 12 años.
Este pueblito está ubicado a cuatro horas, de la capital. Era semana de festividad, por lo tanto, todo el pueblo estaba en la plaza, festejando a la Virgen de Santa Isabel de Caype. Desde que bajamos del carro, todo mundo conocía a mi mamá y la mayoría, por no decir todos, era mi  familia, por parte de mis padres. Medio complicado, pero era así.
Dejé las maletas a un lado y empecé a tomar fotos. Me llamo la atención, una iglesia colonial, con más de 100 años de antigüedad. Personas moviéndose al compás de la música. Los niños corriendo y jugando, todos parecían estar felices por lo que acontecía. Unas casas más arriba, estaban celebrando un matrimonio. La costumbre es celebrarlo durante dos semanas. Claro, durante este periodo los anfitriones deben atender a los invitados, desde la comida hasta el hospedaje. Sorprendentemente, quien se casaba era la prima de mi mamá. No voy a negar que me asustaron algunas cosas que realizaban por costumbre, como el perseguirte con la cabeza de la vaca que mataron para preparar la comida. Debías decir la palabra mágica: “para, para, para”, y enseguida la persona con la cabeza en mano se tranquilizaba.
Otra de las costumbres era como un desafío. Si no adivinabas en qué mano se encontraba, por decir la moneda, te perseguían con un látigo hasta hacerte caer. Algo que me llamó la atención, fue que mientras pasaban la chicha de jora, tenías que  entregar algún dinero para los futuros hijos de la pareja.
Al anochecer, la gente seguía celebrando en la plaza. Seis de la mañana y nos despertaba un silbido. Era mi tía Yolanda y su hijo. Habían salido temprano de Abancay. Mi mamá me decía ahora si prepárate para la verdadera aventura.
Sus palabras me emocionaban. Nos dirigimos a la casa de mis abuelitos, quienes hace varios años ya no están en este mundo. Como comprenderán la casa se veía abandonada. Cogimos una ollita cuyo aspecto era para matarse de la risa. Estebábamos llevando ajinomen, leche en polvo, galletas, dulces y claro cada uno con su taper de arroz con pollo, sería el almuerzo de ese día. Empezamos a caminar hacia el cerro. Mientras subíamos, las dos hermanas tomaron el papel de guías, y nos empezaron a explicar cada lugar que pasábamos. Mi primo no paraba de tomarse fotos. Ellas recordaban con alegría lo que hacían de pequeñas, incluso hubieron momentos que lloraron, porque en su niñez no todo fue felicidad, menos  para los hermanos mayores.
Conocí el “árbol papá”, así llamaban a un árbol inmenso con muchas ramas, era el lugar preferido para ellas. Empezaron a treparlo, a saltar sobre él. Jamás había visto tan feliz a mamá, mucho menos a mi tía. Es como si en ese momento se convirtieran en niñas. Era como la una de la tarde y mientras almorzábamos. Nos contaban la historia de una cueva donde había restos de personas enterradas con cosas de oro, claro la curiosidad nos llevó hasta el lugar. Solo encontramos, arbustos que cubrían su ingreso, esto por el paso del tiempo.
Metros más arriba, llegamos a otros de sus terrenos, ahí había una roca gigantesca e inclinada, como un techo. El río estaba a unos pasos, había leña, entonces decidimos acampar. Mientras atardecía, mi tía un poco asustada nos contaba que en ese lugar habían pumas, aunque mi mamá, decía que no, que ellos estaban al otro lado del río y no se atreverían a venir donde estamos. Pero igual,  eso sí me asusto, puedo tener espíritu de aventurera o es más de arriesgada, pero me acobarde un poco cuando nos contó la existencia de los pumas.
 Ya habíamos caminado por más de 10 horas, pero quisimos ver el famoso lago que estaba terminando el último cerrito, juntamos leña para la noche, escondimos nuestras cosas entre ramas y fuimos en busca del lago. Sin exagerar subimos como cinco cerros, aunque en medio camino el aire nos faltaba, por la altura.  Nunca llegamos a ver el famoso lago, unas nubes espesas la cubrían. Nos tomamos fotos en la cumbre. La puesta del sol fue increíble, pero se nos hizo tarde y de la nada oscureció.
 Mi pregunta era: ¿cómo regresaríamos? Todos prendimos linternas y mi tía seguía insistiendo, con lo de los pumas. Mi mamá que nos advertía que debíamos tener cuidado por donde pisábamos, había lugares que eran precipicios pero los pastos y ramales los cubría. Bajamos con miedo, yo cayéndome entre espinas por mi falta de experiencia, pero en  esos momentos el dolor no importaba. La luna llena nos acompañaba y por fin llegamos a la inmensa roca. Enseguida prendieron la fogata, tratamos de estar juntos para abrigarnos pero el frío era mayor. La ollita que habíamos traído parecía un cernidor. Y tuvimos que hervir el agua  inclinándola, de poquito en poquito. Las horas se pasaban lentamente, y nosotros queriendo que amanezca, para bajar al pueblo. Siendo casi media noche, se nos acabó la leña. Fue algo increíble, pero salimos a buscar más troncos y ramas, si no lo hacíamos de seguro, moríamos de frío.
Estábamos sentados sobre las piedras, tendimos las bolsas, las maletas y una frazadita que habíamos llevado. La idea no había sido pasar la noche en la altura. Mamá nos cuenta que mi primo y yo nos quedamos dormidos, y ella y mi tía tuvieron que vigilar durante toda la noche. Cuando despertamos, creo que era cinco de la mañana aproximadamente, el cielo estaba cubierto por neblina. Nos dimos cuenta, cuán lejos habíamos llegado.
Empezamos a alistarnos y esperan un poquito más para bajar al pueblo. No queríamos esperar,  teníamos hambre, sueño, dolor  y miedo. Se despejo el cielo y sin pensarlo dos veces, corrimos para llegar al pueblo. Cuando ya estábamos cerca las personas nos saludaban y se sorprendían cuando les contábamos que veníamos de haber acampado en la altura. Algunos no creían. Recuerdo que las tías y mamitas del pueblo, se angustiaron  y resondraron a mi mamá y a mi tía por habernos llevado a ese lugar peligroso. Decían que últimamente los mineros informales están invadiendo los cerros de Caype, andan con escopetas y disparan a quienes se crucen en sus caminos. Muy aparte de haber vivido una hermosa experiencia, me satisfizo, la alegría que sintieron mi mamá y mi tía, al reencontrarse luego de muchos años con el lugar de su infancia.  Fue una aventura inolvidable, el viaje que siempre estuve esperando.

Por: Daisy Benites Cáceres

Opinión: La mala influencia de “Combate” y “Esto es Guerra”

En estos últimos meses, se levantó una polémica sobre los programas de concurso, Combate y Esto es Guerra que hoy son el atractivo de muchos niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Pero entonces porqué la cuestión. La razón es que hay una profunda preocupación por los niños, quienes son más vulnerables al momento de recibir cualquier información o contenido, son fáciles imitadores de lo malo, que aparentemente la televisión lo pinta bueno.
Muchas encuestas dan a conocer que los menores vienen siendo influenciados por estos programas concursos, los canales tienen un  contenido inapropiado para el horario en el que se transmite. Los concursos que se realizan y los participantes llaman a la violencia, y estos actos son imitados por los niños quienes se ven como representantes de tal o cual color o equipo, y  por defenderlos, hasta llegan a  pelear entre compañeros.
Y es que los valores parecen no primar en estos programas concursos, desde la vestimenta hasta la forma como se tratan. En muchos casos las groserías, los insultos la falta de respeto, los romances, chismes, etc., no son los apropiados.
Podemos excusarnos diciendo: ¿dónde están los entes reguladores, que deben velar por la protección del horario al menor? Es cierto, pero también la mayor responsabilidad recae en estos casos en los padres y en aquellos que sabemos decidir y elegir de manera racional.
Hoy, la televisión se ha convertido en un medio de distracción para que los niños estén quietos sin incomodar a los grandes. Se les entrega el control del televisor con total libertad y, claro, ellos aprovechan y hasta pasan horas tras horas y descuidan, en muchos casos, sus deberes escolares.
Está en manos de los padres el saber orientar y elegir con ellos los programas que nutrirán sus mentes. No prohibirles sin antes decirles el porqué, sino enseñarles  desde muy pequeños a ser selectivos y a buscar contenidos  que  alimenten sus conocimientos y sean propios para su etapa. Como aquellos programas culturales, documentales, históricos, científico. Como también fomentar el ejercicio físico a través de juegos de mesa, juegos memoria, etc.
En muchos hogares se perdió la comunicación familiar. Ahora todos trabajan hasta domingos, y no concuerdan con un tiempo para dialogar, jugar con los niños, buscar otras formas de recrearse, y esto también es muy importante. De esta manera, los niños verán que hay distintas formas de divertirse y relajarse sin necesidad de estar varias horas del día frente al  televisor.

Por: Daisy Benites Cáceres

Opinión ¿Qué pasa con los programas sociales?

En el 2011, una trágica noticia sobre  el fallecimiento de tres niños, que habían consumido alimentos del Programa Social Pronaa, alarmaba al país entero. Esto sucedió por un incumplimiento y errores que no supieron corregir a tiempo. El precio fue la vida de tres menores.
En el 2012, se anunciaba la extinción del programa social Pronaa, para de esta manera dar paso al Programa Nacional de Alimentación Escolar Qali Warma. Dicho programa se encargaría de brindar alimentos a niños de educación inicial y primaria, a partir de los tres años, principalmente a niños de extrema pobreza. La noticia se dio a conocer con muchas expectativas, entre bombos y platillos, es más aduciendo que este programa sería mejor que el desaparecido Pronaa del anterior gobierno. Es lamentable reconocer que a pesar  de que los medios anuncian al  país  sobre un crecimiento económico, aun  contamos con zonas en extrema pobreza.
No pasaron ni dos meses de su inauguración para que  Qaly Warma se viera envuelta en un escándalo. Empezaron  a aparecer  denuncias contra el programa por la intoxicación de menores tras ingerir alimentos vencidos, en algunos casos con excrementos de roedores, etc. Estos serían los indicios de que algo no está funcionando bien. Indicios que comprometerían mucho más a los encargados del programa social Qali Warma.
La ministra de Desarrollo e  Inclusión Social, Carolina Trivelli, tomó las cosas con calma, y solo declaró que se harían las investigaciones correspondientes para determinar a los responsables. Esto causa un tanto de ironía. Posteriormente las denuncias seguían apareciendo. Es ilógico no hacer algo, cuando son varios los indicios de que algo anda mal, pruebas  que apuntan a un mal control al momento de distribuir los alimentos, que día a día viene perjudicando a más niños. 
Los partidos de oposición pidieron investigar el programa y a quienes lo conforman, pero es claro, esto es por una rivalidad entre partidos, y no necesaria mente porque estén velando la vida de estos niños. Es más bien una forma de hacer quedar mal al otro. Repentinamente este pedido desapareció y el caso quedó archivado.
¿Qué están esperando? Es la pregunta que muchos nos hacemos luego de escuchar las noticias, ver los diarios, que muestran las deficiencias en este programa. ¿Es que acaso están esperando tener pérdidas humanas como fue el caso del anterior programa?
No se dan cuenta que se está hablando de vidas, que por sus condiciones necesitan de ayuda para seguir adelante. Ellos no evalúan si los alimentos tienen contenidos que les pueda hacer daño, o quienes lo vienen preparando, si pasó por un control o no. Solo reciben con tantas ansias, aquellos alimentos que calmará su hambre.
El gobierno debe actuar de manera seria y racional. Son tantos los casos que surgen  y no podemos decir que solo los proveedores tienen responsabilidad. Aquí hay un trabajo de por medio que compromete a quienes supervisan que estos alimentos lleguen al consumidor en condiciones óptimas. Si no se tiene todo bajo control desde antes de lanzar un programa, que encima comprometa vidas. Simplemente, no va. Entonces, qué está pasando con los programas sociales? Esto no puede seguir así.
No sabemos que otras pruebas está esperando la comisión de investigación para poner un alto. Y de esta manera no seguir perjudicando a muchos niños, quienes en su ingenuidad, reciben los alimentos, sin imaginarse el gran daño que les podría ocacionar.





Por : Daisy Benites Cáceres

domingo, 1 de diciembre de 2013

OPINIÓN: UN POCO MÁS DE COMPRENSIÓN PARA LOS ADOLESCENTES


La adolescencia es una de las etapas más complicadas en la vida de los humanos, no sólo para los adolescentes, sino también para los padres. Habrá momentos en que te parecerá que una persona irreconocible ha ocupado el puesto de tu hijo o hija, y extrañarás un pasado más fácil en cuanto se refiere a disciplina.

Pero es importante recordar que durante la adolescencia los hijos aprenden a ser su propia persona, a tomar decisiones ellos solos, a convivir más con sus compañeros, a vivir situaciones de amor correspondido o amor no correspondido y, en definitiva, a servir como seres independientes en el mundo.

Es una tarea tan importante para su futuro como adulto, pero a la vez es complicado. Pienso que se debe respetar su forma de afrontar los retos a esta edad y, en la mayor medida posible, comprender su complejidad. Los padres se desesperan fácilmente cuando ven a sus hijos tambalear entre la dependencia de un niño y la independencia de un adulto según la situación del momento. Deben armarse de paciencia e intentar no dejarle ver su frustración a sus hijos.

Los padres no pueden trasladar sus reglas y soluciones de adultos a los problemas y situaciones de sus hijos adolescentes. Los adultos afrontan los retos con un sentido mucho más desarrollado sobre quiénes son, cuáles son los valores importantes, qué desean y cómo lo consiguen. Pero no pueden, ni deben intentar,  trasladar este sentido a sus hijos. No deben imponer su manera de hacer las cosas o arreglar situaciones difíciles, por mucho que estén más preparados que ellos en hacerlo. Pueden, y deben, escuchar, aconsejar, ayudar o ensayar con ellos. Pero nada más. Ellos tienen que aprender, y deben respetar su manera de hacerlo en la mayor medida posible.


Errores, malos inicios, opiniones equivocadas, acciones impulsivas, obsesiones pasajeras, fracasos, etc. Todo esto forma parte de este aprendizaje. Los adolescentes no sólo tienen que aprender la respuesta correcta a alguna situación, sino que tienen que comprender el valor de esa respuesta y esto es algo que a veces sólo se aprende a través de la experiencia. Es un camino complicado, confuso y difícil, que requiere la comprensión y el apoyo de madres, padres, y familiares mayores.

Aquellos adolescentes que se sienten capaces de contarles a sus padres sus temores, sus fracasos y sus aspiraciones sin ser juzgados, tienen muchas más posibilidades de convertirse en adultos seguros y buenas personas que aquellos adolescentes que sienten la necesidad de esconderles todo a sus padres. El reto como padres de estos es mantener abiertas las vías de comunicación, trasladar sus inquietudes a sus hijos sin presionarlos, aprender a explicar su postura sin menospreciar la suya, respetarles y conseguir que los respeten. Y algo muy importante, no enojarse fácilmente con ellos. ¡No les griten¡, no sean padres histéricos o madres histéricas, eso no va a funcionar. Les recomiendo contar hasta diez antes de gritar, tranquilizarse y conversar. Reitero, ellos necesitan mucha comprensión en esta etapa.

Opina Keren Cinzano Arellano

OPINIÓN: HISTERIA EN EL GABINETE


Hace algunas semanas, se habló mucho sobre la denominada “crisis en el congreso”, frase propia del presidente Ollanta Humala. Realmente su gobierno afronta dificultades, en donde el premiere es el gran ausente de la política nacional. La poca duración del ejercicio de sus premieres en lo que va de sus dos años y medio de gestión, pues ha cambiado cuatro veces al Jefe de su equipo ministerial, es una prueba de ello.

Definitivamente, esto refleja una instabilidad gubernamental, lo cual es evidente y así lo perciben los peruanos. Gracias a las encuestas podemos determinar esta penosa situación. Entonces, ¿Los ministros que asumen el cargo sólo tienen tiempo para calentar el asiento?
Se habla mucho sobre la inestabilidad. La pura verdad es que los  únicos inestables han sido los premieres que han pasado por el gabinete ministerial sin dejar huellas. Al respecto, el presidente tiene la culpa por haber introducido la palabra “crisis”. He ahí el miedo de la gente.

El mandatario ha sentido el golpe por la caída de la confianza ciudadana.  Ahora  se siente aliviado por la llegada de Villanueva y por los otros dos “Inteligentes” cambios realizados que incluyen el sector de Educación e inversiones. No se trata de cómo se sienta el presidente o los ministros, se trata de cómo se siente la población.
Los nuevos personajes que asuman el cargo deberían anunciar medidas a favor de las inversiones, pero lo más importante: enfocarse en la solución para la inseguridad ciudadana, que se siente prisionera de la delincuencia en todas sus modalidades. La verdad es que me gustaría salir de casa, justamente en estas fechas navideñas, sin pensar en que podría ser víctima de un robo en la esquina de mi casa. Qué ironía.

Uno de los primeros pasos que considero, para mejor la inseguridad ciudadana, es la reforma total de la Policía Nacional, que ha entrado en una profunda crisis de valores, corrupción, duplicidad de funciones, como vigilantes privados y coimas.
¿Cómo se puede seguir confiando en las personas que admiten que hicieron mal las cosas y que siempre retroceden?


Cesar Villanueva tendrá que enfrentar varias bombas de tiempo, como la inseguridad ciudadana, las inversiones trabadas, la descentralización paralizada, la falta de reformas y las demandas sociales. Tiene suerte de que la población haya recibido con agrado sus primeras declaraciones. Y aunque tiene buenos antecedentes sobre su antiguo cago como presidente regional, no fue capaz de enfrentar la creciente ola de delincuencia. Ya nos queda poco tiempo para llevar una gestión adecuada. En todo caso, nos queda el beneficio de la duda.

Opina Keren Cinzano Arellano

Opinión ¿Dios acepta a sus hijos por igual?

Mucha polémica se tiene por la religión que juzga sin precedentes a la homosexualidad.
Se dice que un homosexual solo causa la vergüenza y la ofensa al Señor, que un homosexual no es apto para vivir en el prójimo cuando la misma iglesia es la que predica el amor a todos por igual.
Lo peor que pueden hacer algunos es que en nombre de Dios padre todo poderoso, dividen al ser humano a través de los distintos cultos y creencias.
En nombre de la paz, crean guerras y erigen una autoridad, que según dicen ellos, el mismo Dios por medio de la iglesia se las dio para poder juzgar y decir qué cosa es correcta y qué cosa no.
Se atreven a juzgar a los actos supuestamente “pecaminosos” y carentes de amor.
Acaso ¿el amor no es solo amor? No importa si es de hombre a hombre, de hombre a mujer o de mujer a mujer. El amor sigue siendo amor por donde se quiera ver.
Lo más sorprendente es que los portavoces de aquellas religiones que dictaminan el “buen sendero” que se debe seguir, rompen todas las reglas morales para luego ponerse una sotana y predicar la palabra del Señor.
Algunos hablan que Dios creó al hombre y a la mujer, mientras que esos mismos hombres que defienden esta posición son los que más maltratan a la mujer, las utilizan como un objeto sexual, la denigran y pocos la ven como su compañera.
Alegan que un homosexual no puede amar, y que el amor que sienten solo es un engaño producto del diablo.
¿Qué saben ellos de amor?, si con lo único que sienten placer es observando y causando crueldad.
No les impresiona ver que entre dos hombres se maten o haya violencia entre ellos, pero si dos hombres se expresan afecto, hipócritamente les llaman maricones, afeminados, depravados, desviados mentales o incluso hasta pecadores, herejes sacrílegos de la iglesia.
Acaso ¿Dios no ama a sus hijos por igual?, si predican el amor al prójimo, ¿una persona homosexual no es también parte del prójimo?

Lo cierto es que homosexual o no, Dios ama y brinda la salvación a cada uno de sus hijos. A él no le importa el color de la raza, la situación socioeconómica o la opción sexual, pero algo es muy cierto: “La palabra de Dios se pierde en la boca de los hombres”.

Por: Anthony Auris

sábado, 30 de noviembre de 2013

Opinión: Delincuentes: Sinónimos de barristas

Salir con tus amigos o tus  familiares a presenciar un partido de fútbol ya no es como solía ser.
En estos tiempos, muy pocas personas se arriesgarían a incluir como opción un partido de fútbol dentro de un plan de fin de semana
Atrás quedaron esos años en los que podías alentar sanamente y sin temores a tu equipo preferido, épocas en los que se podía salir de los estadios, sin tener que hacer previamente un plan estratégico para ver por qué calle aledaña escapar y no toparse con las hordas de barristas, pues ahora existen un sin número de supuesto hinchas que, amparados en una muy cuestionable valentía grupal, utilizan el fútbol como excusa para comportarse como verdaderos delincuentes.
Después de un encuentro de fútbol, las pistas y calles a las afueras del estadio, se vuelven tierra de nadie. A las fuerzas policiales  solo les queda escoltar  o tratar de amedrentar a esta turba de barristas violentos que, por su cantidad, muchas veces es imposible controlarlos. Estos, a su paso, cometen actos de vandalismo sin mayor reparo.  Incluso llegan al asesinato.
Existen absurdas muertes, como es el caso de la contadora María Paola Vargas, quien murió tras ser  empujada de una combi o el caso del joven hincha de  Alianza Lima Walter Oyarse, quien fue arrojado desde un palco y muchos otros casos más ha demostrado  con el grado de impunidad y violencia con las que actúan estas barras bravas
No puede ser que  esto siga sucediendo y que no se haya puesto mano firme para estos delincuentes. Hasta cuándo y con qué derecho  se apoderarán de nuestras calles y condicionarán nuestras vidas

por : Julissa Huamán

Testimonio: Un concierto anhelado

Como olvidar ese día tan especial. Era sábado 26 de julio, nueve y media de la noche, del año pasado en el Estadio Monumental. Tan solo al  volver a recordarlo, me invaden toda una combinación  de sentimientos, que hacen brillar mis ojos y  brotar una pequeña y  significativa sonrisa.
Estoy hablando del concierto de uno de los grandes exponentes del género musical de  la Bachata: Romeo Santos, exintegrante del grupo Aventura. Tengo que admitir. No estoy segura ser la fanática número uno de este artista, pero fanática de corazón sí.
La espera a su retorno al Perú fue enorme. Estaba decidida a no perdérmelo otra vez, pues en su  primera visita no tuve el honor de asistir. Esta hice lo imposible por ir, y así fue.
Paras esas fechas, me encontraba laborando como cajera en la empresa Multicines UVK. Recuerdo haber pedido con un mes de anticipación descanso para el  sábado, el cual por la gran afluencia del público no era muy fácil de conseguir. Gracias a Dios me dieron el descanso.
Tras dos largos años de agonía, se acercaba la hora de poder  verlo y escucharlo.  Era la primera vez que asistía a un concierto de esa magnitud.
Eran las seis de la  tarde. Estaba lista con cámara en mano, pilas de repuesto y sobretodo las entradas y dinero bien guardados. Me dirigía hacia Miraflores a recoger a mi amiga, quien salía de sus clases  de francés. Estábamos contra el tiempo. El concierto iniciaba a las nueve.
Cuando al fin encontramos  el taxi, rogaba y rezaba que llegáramos a  tiempo. El tramo, desde Miraflores hasta el Estadio Monumental en el distrito de Ate Vitarte, se nos hacia una eternidad.
A medida que nos aproximábamos al concierto, el entusiasmo se hacía sentir más y más. Las colas inmensas, los vendedores ambulantes, la muchedumbre de alrededor generaban mayor emoción.
Sería una noche espectacular. Entre gritos y más  gritos, alborotadas y alocadas dentro del estadio, nada nos movería de ahí. De pronto, se inició un juego sorpréndete de  luces. Un sonido rimbombante hacía notar la entrada de Romeo Santos. La emoción me embargaba. La adrenalina  se desbordaba a su mayor límite. No podía creerlo; era real. Estaba ahí.  Él, con su hermosa voz, nos deleitó con lo mejor de sus canciones.
A todo pulmón, una tras una de sus canciones era cantadas por todas su fans, incluidas nosotras.
Cuando empezó  la canción titulada “Solo por un beso”,  una de  las más conocidas, detuvo la música, se dirigió al público para elegir a unas fans y subirlas al podio. Como es habitual en sus conciertos, siempre escoge a dos chicas, una  gordita y una flaquita. En ese momento, moría por ser una de ellas. Grité, salté, hice  señas, pero ninguna de esta acciones fueron vistas por él. Solo me quedó contentarme del show.
La primera en subir fue una joven de contextura delgada y agraciada, a la que todos en una sola voz pifiaban y gritaban: “silicona, silicona”. Eso no importó. Igual recibió su premio: un beso de mi querido Romeo.
La segunda elegida fue una joven bastante robusta, a la cual Romeo no solo le cantó, sino hizo un baile de Strippers, el cual todas disfrutamos.
Transcurridas dos horas del concierto. Y luego de corear todas las canciones, terminé totalmente afónica y complacida. Al día siguiente no podía ni hablar. Definitivamente valió la pena haber asistido a este concierto anhelado.

por : Julissa Huamán

viernes, 29 de noviembre de 2013

Opinión: A favor de la Eutanasia

La palabra “eutanasia” viene del griego “Eu”, que significa “bien”, y “Tanatos”, que significa “muerte”. Se deduce, entonces, que la expresión equivale a buena muerte. Históricamente se conoce su aparición en las primeras tribus nómadas que, ante la dificultad de poder transportar a sus enfermos y el dolor de abandonarlos, preferían eliminarlos, para evitarles un mayor sufrimiento. Igualmente, ocurrió en los pueblos bárbaros, en donde se acostumbraba matar a los de tercera edad y enfermos, a los heridos gravemente en guerra, para evitarles los sufrimientos y las molestias de la vejez. Incluso, el propio Napoleón Bonaparte reconoció haber ordenado la eliminación de soldados heridos y de enfermos de peste para ponerle fin a su agonía.
En el Perú, la eutanasia está consagrada como un delito contra la vida. En el artículo 112º del código penal vigente, con el nombre de “Homicidio por piedad”, prescribe: “el que por piedad, mata a un enfermo incurable que le solicita de manera expresa y consciente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de tres años.
Al hablar de eutanasia, tenemos dos puntos muy importantes: el médico y el religioso. Desde el punto  religioso, Dios nos da la vida y, por lo tanto solo él debe quitárnosla, porque es su mandamiento, y nosotros  debemos seguir su voluntad.
 
Desde el punto médico, en algunas oportunidades es menos necesario recurrir a la eutanasia, ya que los cuidados médicos  logran controlar  el sufrimiento y el dolor.  Sin embargo, hay enfermedades mortales que ponen  en tela de juicio la ética profesional del médico.  Su  función no es la de matar, si no la de cura. La dolencia puede ser tan fuerte y grave que la única salida es la muerte, con la única finalidad de acabar con la angustia que padece el paciente.


Debemos tener en cuenta que el enfermo es incapaz de decidir, vivir o morir, por el estado en que se encuentra.  La cruel  decisión debe ser tomada  por  un  familiar, porque el paciente no está en pleno uso de razón, cuando ya está desahuciado.

¿Entonces, se debe aplicar la eutanasia? Sí, porque no es justo someter al hombre a dolorosas situaciones, cuando se tiene el poder de evitarlo. No es faltar la voluntad de Dios, es acabar con el pesar insoportable o la prolongación artificial e inhumana de su vida.

Por: Sandra Caysahuana 

Opinión: Martha Chávez no cometió ningún delito

La convocatoria de Martha Chávez como Coordinadora del grupo de trabajo de Derechos Humanos del Congreso de la República, ha tenido un fuerte impacto generando gran controversia con los miembros del Congreso de la República.  La parlamentaria  fue considerada como la menos indicada  para realizar  dicho cargo.
La  elección de la fujimorista ocasionó que reciba  insultos y haya sido acosada en el Poder Judicial. Por esa razón, considero  que es  vergonzoso protestar por alguien que aún no ha cometido ninguna culpa o violación. Tal vez muchos de sus oponentes les asusta el título de su cargo.
Es antidemocrático y ofensivo  a la libertad del Parlamento que se cuestione a una persona. Ella es tan parlamentaria como cualquiera de los 130 congresistas y tiene el derecho de manifestar sus ideas.
El pueblo la eligió como parlamentaria y eso le da título que los demás no tienen. Pero, aun así los defensores de los DD.HH. Han protestado activos en contra de este nombramiento. Sin embargo han salido a pedir la destitución de la fujimorista Chávez, lo cual, afortunadamente, el parlamento rechazó la petición.
Las personas más autorizadas para proteger los Derechos Humanos son aquellas que han sido perseguidas judicialmente por el Estado. Más aun si han sido inocentes. Ella solo tiene la culpa de ser fujimorista. Pero no ha incurrido ningún delito ante los Derechos del ser humano.



Sandra Caysahuana Meléndez

Testimonio: Un viaje inolvidable

Hace tres años, junto con mi familia, padres, tíos y primos  decidimos hacer un viaje a provincia Junín- Chanchamayo, ciudad donde la mayoría de mis parientes ha crecido y ha formado una familia. Recuerdo haber pasado mi niñez hasta los 11 años aproximadamente, sin embargo, no pude visitar los lugares turísticos de Chanchamayo. Decidimos viajar en familia. Días antes del viaje anhelado, me sentí muy  emocionada y realmente me encontraba nerviosa. Probablemente  porque no veía a mis tíos durante mucho tiempo y sobre todo a uno de mis primos. Carlos es el amigo que siempre he tenido. Los recuerdos más preciados que guardo de él es cuando de pequeños jugábamos al papá y la mamá junto a otros amigos del barrio que supuestamente eran nuestros hijos. Era travieso, coqueto y volverlo a ver me llenaba de mucha curiosidad, ya a estas alturas tendría 17 años. Las horas pasaban y entusiasmada apresuraba  a mis padres para salir pronto de casa e ir directo a la agencia donde nos encontraríamos con mis tíos para por fin partir rumbo a Junín.
Llegamos a la agencia y sentía que los latidos de mi corazón palpitaban más rápido cada vez que me acercaba al lugar de encuentro. Mis padres caminaban a mi costado. En eso, vi que estaban sentados esperándonos con sus equipajes en la mano. En ese momento, cuando lo vi no supe qué decir. Obviamente tenía que saludarlos, pero me sentía muy avergonzada. Había cambiado mucho. Estaba más alto. Tenía el cabello largo. Su rostro no había cambiado y su contextura era normal, pero no estaba nada mal. En mi mente pasaron muchas cosas, y me dije a mi misma que mi primo no me podía gustar. No es lo correcto,  porque llevamos la misma sangre. Muy rápido saludé a mis tíos y a Carlos con un simple “hola”. Llegamos por fin al Distrito de San Ramón donde nos dirigimos directo a mi casa para descansar unas horas y después hacer el recorrido.
Volver a sentir el olor del aire Chanchamayino es agradable, muy natural, totalmente distinto al de Lima. Decidimos alistarnos para ir a la catarata de Bayoz. En el trayecto del camino pasamos por lugares que hace mucho no veía. Me sentía tan bien porque el lugar  es muy  tranquilo. Estuvimos bañándonos en el lago que estaba cerca a la catarata, hasta que el sol empezó a ocultarse comenzando a llover muy fuerte. Era un chaparrón con truenos que me causaba miedo. Ya me había olvidado de lo fuerte que sonaban. Aquel día  la pasé muy bien  porque nada es más bonito que pasar las vacaciones en familia.
Al día siguiente pasamos por el Túnel de La Virgen, una gruta que cuida a los viajeros desde el año 1959. Iniciamos la caminata hacia el puente colgante llamado “Auvernia”. Recuerdo haber tenido miedo porque ya estaba anocheciendo. Aún no llegábamos al puente, pero en el trayecto se oían ruidos extraños, que hacía que mi cuerpo se escarapelara. Proseguimos con la caminata, cuando mi tío dijo: “aceleren el paso que dicen que hay pishtacos por aquí”. Mi corazón se aceleró al escuchar esas palabras. Las horas pasaban y ya estaba oscureciendo. Pasamos por túneles y en las paredes había huecos, como fosas  donde parecía que habían quemado a personas. Tan asustada estaba que me imaginaba a los pishtacos  quemando a los cadáveres. Esa noche llegamos al puente y nos dimos con la sorpresa que no había luz, así que decidimos acampar y hacer una fogata. Me recosté en la carpa que habían armado para dormir, porque quería que amaneciera rápido.
Al día siguiente, escuche ruidos afuera de la carpa. Cuando salí, mi familia había estado preparando mi comida favorita: “pachamanca”, justo lo que me gustaba. Tuvimos una linda conversación muy larga y llena de risas, mientras íbamos comiendo nuestro rico plato tradicional. Eran las tres de la tarde y ya teníamos que regresar. Ni loca me quedaba un día más. Al  retorno nos encontramos con una serpiente o anaconda. No recuerdo muy bien, solo que era enorme y tremendamente grande. Todos nos quedamos inmóviles mirándonos las caras sin saber qué hacer, cuando mi papá nos gritó: “A la una... dos.. y tres CORRAN!!!!!”. Salimos disparados con el susto, pero gracias a Dios no nos pasó nada. Ya me sentía muy exhausta y a mí que no me gusta caminar mucho, solo quería llegar a casa para descansar.  
Desperté y mis padres se estaban alistando  para ir a la casa de mis abuelos que quedaba casi a dos horas de mi casa. Cuando llegamos toda la familia se reunieron y empezaron a celebrar. Pusieron música a todo volumen. Mis tímpanos se querían reventar. Mientras mi familia celebraba la llegada de mis padres y tíos. Yo conversaba con mis primos sobre las carreras que iban a ejercer  y que si me habían extrañado después de tanto tiempo. Poco a poco la noche iba apareciendo y yo ya tenía sueño. Entonces, me dirigí al cuarto de mi abuelita para descansar. En ese momento, aparecen mis dos primos, quienes también querían dormir. El cuarto era de adobe y el techo de madera. Estábamos en la chacra. A mi abuelita le gustaba vivir en la naturaleza, en el campo. Mi  primo, el menor, ya se había dormido, pero Carlos seguía despierto, cuando de repente se apaga la luz y escucho a mis familiares quejarse porque ya no había música, pero igual seguían tomando y conversando. En aquel momento Carlos se recostó a mi lado y me puse demasiado nerviosa. Me dijo que no había cambiado nada, solo que mi cabello había crecido mucho, ya que cuando era pequeña mi papá me cortaba el cabello muy chiquito que parecía un hombrecito. Suponía que lo hacía porque nunca llego a tener un hijo “hombre”.

Estuvimos charlando un buen rato mientras jugábamos formando muñequitos con la cera de las velas que habíamos prendido. Cuando de repente nos acercamos y nos dimos un beso. Esa noche no pude dormir y creo que él tampoco. Mi familia se había dormido en la cocina y ni siquiera se habían acercado al cuarto. Ese fue el último día de viaje. En la noche tuvimos que regresar a Lima  y nos despedimos como si nada hubiera pasado. Actualmente, seguimos viéndonos. No creo que sea nada de malo salir con tu primo, aunque nadie sabe qué podría pasar más adelante.

por : Sandra Caysahuana 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Opinión: NO A LA DISCRIMINACIÓN




Desde los inicios y comienzos de la sociedad, siempre ha existido una innegable necesidad por decir quién manda y quién tiene que obedecer de acuerdo a la raza y a la condición socioeconómica.



La gente, en la antigüedad, ha hecho a un lado a las personas de color, ya que en base a sus creencias, los blancos tenían que predominar en el mundo.



El acceso a lugares públicos “privados”, como son algunas tiendas de categoría o discotecas, es limitado para las personas de raza negra o trigueña, y solo acceden a  estos lugares gente “de primera”, tal como ellos dicen. Como si los derechos de los ciudadanos pudieran ubicarse por categorías o razas.



Varios comerciales en cine, televisión y la publicidad en los medios impresos están invadidos de rostros que no tienen que ver con el común denominador de la población peruana. Pareciera que el sector al que van dirigidos estos mensajes quiere mostrarse de otro modo, lejos de su origen y de lo que en esencia son.



Perú  es un país mayoritariamente mestizo. Sin embargo, pareciera que el tono de piel le marca sus posibilidades aspiracionales y les da un sello especial.



Es chocante que el consumo incite a la adquisición de bienes o acumulación de recursos para escalar socialmente y pertenecer a otro sector de la sociedad, el de los privilegiados, a la “gente de bien”, y en la práctica sus ofertantes borran de la escenografía comercial o exhibición de vida social a quienes genéticamente les parece que no cubren el perfil ideal de color de piel.



Hay quienes acostumbran medir a los demás por lo que poseen, por la posición social que gozan, e inevitablemente incurren en actitudes discriminatorias. La desigualdad de trato está a la orden del día y responde también a una diferencia económica.



En nuestro país existen grupos de la población que son víctimas de la discriminación, por alguna de sus características físicas o su forma de vida. El origen étnico o nacional, el sexo, la edad, la discapacidad, la condición social o económica, la salud, el embarazo, la lengua, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil y otras diferencias pueden ser motivo de distinción, exclusión o restricción de derechos.



Según datos de la Encuesta Nacional sobre exclusión y discriminación (DEMUS) 2011, entre un 10 y 50% de los peruanos se ha sentido discriminado con cierta frecuencia. De estos un 20% atribuye el maltrato a  su raza u origen étnico. Un 46,5% de los encuestados percibe que la sociedad peruana es bastante o muy racista.



En la investigación realizada se determina que las personas fuertemente limitadas en el ejercicio de sus derechos son los indígenas y pobres. Las personas que hablan alguna lengua nativa, como el quechua o el aymara experimentan una mayor discriminación que aquellos que sólo tienen el castellano como lengua materna. Además, 60% de personas piensan que en el Perú existe un trato desigual en razón del tono de piel.



¿Hasta cuándo van a continuar imponiéndose modelos de hombres y mujeres que nada tienen que ver con el Perú del siglo XXI? ¿Cuándo la población dejará de tener ideas aspiracionales construidas con base en la mentira y la apariencia?



La no discriminación es una construcción social, no una característica genética. Y, como tal, puede edificarse a partir de decisiones legales, políticas, públicas, para incurrir en la diversidad cultural. Sin embargo, se requiere de voluntad, sobre todo de la sociedad, de cada persona, de ti y de mí.


POR: Alejandra Idañez

























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